
"Nunca subestimes el corazón de un campeón". Lo dijo Rudy Tomjanovich en la celebración del segundo título consecutivo de los Rockets aprovechando el respiro temporal de Michael Jordan. Unas semanas antes todos daban por muerto a los Rockets antes de playoffs pero él hizo creer a sus jugadores. Eran el vigente campeón y se merecían una oportunidad.
Al Madrid se le escapó la prórroga. Nada le salió bien en estos últimos cinco minutos. Una serie de pequeños errores en forma de balones perdidos, rebotes defensivos no capturados y canastas fáciles no anotadas durante la segunda mitad del partido acabaron siendo una losa demasiado pesada.
Sergio Rodríguez, flamante MVP, no paró de intentarlo y contó con la ayuda de un Rudy Fernández que jugó la final con un dedo roto y de un Felipe Reyes pletórico, pero no bastó. La Euroliga por segundo año consecutivo se le escapa al Madrid por el sumidero. Un golpe durísimo tras una brillante temporada pulverizando récords que ahora parecen pequeños a la sombra del título del Maccabi nueve años después.
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